Me vi sentada allí, en el alfeizar de la ventana de su habitación esperando a que saliera de la ducha. Sonaba Iggy Pop con fuerza, pero yo no podía oír nada que fuera más allá del sonido del agua que imaginaba cayendo sobre su rostro y acariciando cada parte de su cuerpo. Tenía puesta esa sudadera gris que tanto olía a ella, y mientras miraba a la gente pasar bajo el edificio, la echaba de menos.
La vi salir por fin del baño, abrazada a una toalla verde, sonriente. La observé mientras se deshacía de la toalla, recordé como otras veces eran mis manos las que dejaban su cuerpo al descubierto. La observé hasta que conseguí hacerla reír. Entonces se acercó a mi a tientas, en medio de aquella humareda, perdida en una oscuridad casi parcial que apenas me permitía advertir el contorno de su cuerpo desnudo. Con una media sonrisa rompió su boca en la mía y algo dentro de mí se rompió también. Sonrió y comenzó a vestirse divertida. La observé con la vista empañada cubrir su cuerpo con una de mis camisetas.
Me levanté del alfeizar y me dirigí hacia ella con paso indeciso, adivinando el tatuaje del final de su espalda y recorriendo su columna con mis párpados. La abracé por la espalda y permanecí inmóvil varios minutos. Su cuerpo en el mío y viceversa. Hasta que por fin se giró y se clavó en mis ojos, dejando sus labios entreabiertos muy cerca de los míos. Siempre jugábamos a mantenernos la mirada, como cíclopes, nos alejábamos y acercábamos hasta el punto de no alcanzar a vernos con claridad. Quién ganaba comenzaba la batalla. Mordió mi labio inferior con fuerza y noté sus dientes chocando suavemente con los míos, nuestras bocas encajando en una perfecta armonía y mi lengua robando espacio en la suya.
Su peso sobre mí y la piel erizada de mi cuello al contacto con sus labios entreabiertos. Recorrí con cuidado el contorno de su cuerpo, me aferré a su espalda y bese su pecho. Perdidas en una complicidad infinita y extática.
Cuando desperté la vi a mi lado, enredada con suavidad bajo las sábanas. Me incorporé en el más absoluto silencio y encendí un cigarro en la ventana. Durante toda la noche no dejé de mirarla, intentando adivinar la expresión agridulce de su rostro empapado por el sueño. Supe entonces que no sería yo la que podría olvidarla.
De nuevo a su lado la abracé con tal fuerza que creí que nunca jamás volvería a soltarla.
Ahora, como la inmensa mayoría de las cosas, todo aquello no supone nada. En ese inmenso maremagnum de recuerdos que supone la memoria ya no hay sitio para nada. Hay un vacío demasiado grande que se ocupa de llenarlo todo.
"Let me tell... I really did the best I could"
Led Zeppelin-Since I´ve been lovin´ you.
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