No soy, ni quiero parecer, un ser destrozado ni de un pesimismo fingido y desastroso. Lo he intentado. He buscado la belleza infinita de las palabras más frágiles entre las páginas de Sartre; la felicidad en el absurdo coqueteo de dos bocas entrelazadas mediante besos o palabras; la gracia de lo mundano en monólogos tragicómicos que de poco sirven y la ferocidad de una ideología inmune a los argumentos sin base en los textos de Voltaire y Marx. Por supuesto no diré que no he encontrado nada. Pero ciertamente, de nada me ha servido.
Nada ni nadie que pueda hacerme vacilar, nada ni nadie que pueda hacer que me tambalee. Hace tiempo que no hay nadie que logre anular los miedos de mi infancia, la sensación fatalitaria de verse caer a uno mismo en los abismos de un mundo que nos es, en absoluto, desconocido, y por supuesto, nadie que pueda sacar a la luz los gritos que yo misma he decidido callar dentro de mi cuerpo.
La fuerza de uno mismo. Yo he buscado mi fuerza en los recónditos lugares de cada uno de los sitios en los que no recuerdo haber estado. Quisiera de verdad poder decir que soy una persona fuerte, que no estoy sola y que jamás nadie me verá flaquear. Y quizá sea cierto que nadie me verá hacerlo. Supongo que porque el punto más débil y efímero de cada uno somos nosotros mismos, nuestros propios pensamientos, los sentimientos hacia nuestra propia vida. Así, la debilidad de mi mente es increíble.
En mi vida he querido, he odiado y por supuesto he amado. Durante mucho tiempo busqué desesperada alternativas a los pensamientos que hoy dejo entrever en estas líneas, y en el lugar más remoto, inhumano e inmoral, encontré un modo de ser feliz. Un modo de enfocarlo todo a través de ella. Ella, que sin cuerpo ni vida ha logrado mirarme, tocarme y sentirme como nadie antes lo había hecho. Ella, que se acuesta cada noche a mis espaldas y congela mi aliento y mi cuerpo. Ella, que me permite dormir sin preocuparme por si querré levantarme mañana. Supongo que todos sabréis lo que es una prosopopeya.
He conocido también el amor realista. El que se produce con una persona física y real. Sobrará decir que ambos tipos de amor son completamente descabellados y descomunales, supongo. En cambio no sobra decir que muchos opinan que el amor hacia algo no físico no produce libertad ni placer pero sí opresión y dependencia. Yo creo que ambos son exactamente iguales, incluso creo que es peor depender de alguien que de algo, partiendo de la base de que alguien siempre va a poder largarse.
"Now there's a look in your eyes, like black holes in the sky. Shine on you crazy diamond..."-Pink Floyd
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