martes, 4 de diciembre de 2012

LEAVE.

Hablan de acostumbrarse.
Acostumbrarme.
No nos queda nada. Ellos dicen que siempre queda algo pero no nos queda nada. 
He intentado sentir algo.
Sentirte. Tocarte. Buscarte. 
Ni siquiera te he mirado a los ojos. Tú ni siquiera lo has notado. 
Me hace gracia encontrarte cuando apenas puedo caminar, reír o fijar mi vista en algún lado sin marearme o sentir algo en mis ojos que en mi vida había tenido tan presente.
Es divertido ver cómo nos desvanecemos. 
Es curioso. Intentar que sienta una persona indolente.
Lo único que hago es buscar el lugar. Aquel lugar.
Donde perdemos, donde ganamos, donde buscamos, donde encontramos. Donde sentimos, donde pactamos, donde guardamos, donde esperamos. Donde hemos dado. Donde el silencio no deja nunca lugar a duda, donde las cosas permanecen ocultas.
Aquella manera.
Como lo vimos, como lo hablamos, como lo hicimos.
Aquel momento.
Cuando miramos, cuando rozamos, cuando quisimos, cuando gritamos, cuando escondimos, cuando salimos, cuando entramos, cuando escapamos. Cuando dejamos, cuando vivimos, cuando quisimos parar.
La mente en blanco y las palabras al azar. La búsqueda infinita de la frase que haga que deje de buscar. La salida utópica, el final de un vicio, el comienzo de un verso y el final de un vacío infinito.
De nada sirve querer si no se puede dar. Todo lo que quiero está en el aire blanco que respiro tanto. Respirar con fuerza y dejar la mente volando alto. Estar tan alto que de vértigo mirar hacia abajo. Estar tan alto y con los pies en el suelo. El aire pálido directo al cerebro. Y dejar, por fin, de pensar. Y pensar de verdad.
Puede reírse el coro, ya no me va a importar. Pueden vencer a mi cuerpo pero no podrán con mi mente. Pueden aparentar decoro pero no tienen con quién jugar. Tan infantil que ya me da igual. Todos mis retos están rozando el suelo y éste se empieza a desgastar.
Mi único motivo de ser es dejar, llegar y empezar.
Lejos de aquí, ahí fuera.
"Lying, crying, dying to leave"
Alice in Chains-Love hate Love

miércoles, 24 de octubre de 2012

Crazy diamond.

Me he perdido por completo. En el medio de un camino que contra todo razonamiento optimista, se me antoja sin sentido. En un lugar frío, fúnebre, nauseabundo, insípido, caótico, absurdo. Me da vértigo la inmensidad triste de este punto de inflexión.
No soy, ni quiero parecer, un ser destrozado ni de un pesimismo fingido y desastroso. Lo he intentado. He buscado la belleza infinita de las palabras más frágiles entre las páginas de Sartre; la felicidad en el absurdo coqueteo de dos bocas entrelazadas mediante besos o palabras; la gracia de lo mundano en monólogos tragicómicos que de poco sirven y la ferocidad de una ideología inmune a los argumentos sin base en los textos de Voltaire y Marx. Por supuesto no diré que no he encontrado nada. Pero ciertamente, de nada me ha servido.
Nada ni nadie que pueda hacerme vacilar, nada ni nadie que pueda hacer que me tambalee. Hace tiempo que no hay nadie que logre anular los miedos de mi infancia, la sensación fatalitaria de verse caer a uno mismo en los abismos de un mundo que nos es, en absoluto, desconocido, y por supuesto, nadie que pueda sacar a la luz los gritos que yo misma he decidido callar dentro de mi cuerpo. 
La fuerza de uno mismo. Yo he buscado mi fuerza en los recónditos lugares de cada uno de los sitios en los que no recuerdo haber estado. Quisiera de verdad poder decir que soy una persona fuerte, que no estoy sola y que jamás nadie me verá flaquear. Y quizá sea cierto que nadie me verá hacerlo. Supongo que porque el punto más débil y efímero de cada uno somos nosotros mismos, nuestros propios pensamientos, los sentimientos hacia nuestra propia vida. Así, la debilidad de mi mente es increíble.
En mi vida he querido, he odiado y por supuesto he amado. Durante mucho tiempo busqué desesperada alternativas a los pensamientos que hoy dejo entrever en estas líneas, y en el lugar más remoto, inhumano e inmoral, encontré un modo de ser feliz. Un modo de enfocarlo todo a través de ella. Ella, que sin cuerpo ni vida ha logrado mirarme, tocarme y sentirme como nadie antes lo había hecho. Ella, que se acuesta cada noche a mis espaldas y congela mi aliento y mi cuerpo. Ella, que me permite dormir sin preocuparme por si querré levantarme mañana. Supongo que todos sabréis lo que es una prosopopeya.
He conocido también el amor realista. El que se produce con una persona física y real. Sobrará decir que ambos tipos de amor son completamente descabellados y descomunales, supongo. En cambio no sobra decir que muchos opinan que el amor hacia algo no físico no produce libertad ni placer pero sí opresión y dependencia. Yo creo que ambos son exactamente iguales, incluso creo que es peor depender de alguien que de algo, partiendo de la base de que alguien siempre va a poder largarse.


"Now there's a look in your eyes, like black holes in the sky. Shine on you crazy diamond..."-Pink  Floyd

jueves, 18 de octubre de 2012

Cuándo besa tiembla el suelo.

Lo supe desde la primera sonrisa. Lo de que querría dibujarla sobre la mía con cuidado... Supe cual sería el bar, cuales las palabras y cuales los gestos. Y lo que todos, incluso ella, pensarían. Y desde ese mismo momento decidí que me daba igual.
Y cuántas veces... ¿Cuántas veces imaginé cómo sería? Cuántas veces la vi sentada en esa barra, en medio de la penumbra de ese bar, hablándome con cada guiño infinito de sus ojos claros. Mirándome a los ojos sin temer ser juzgada por los míos. Cuántas veces la invité a esa cerveza con un amago de sonrisa en mis labios.
La miré otras tantas veces aspirar esa calada con su ansia de libertad y con el gesto cansado de buscar y no encontrar a nadie. Nunca.
Le cedí el humo de mi garganta mediante un beso que siempre se nos quedaba en el aire, y desee avanzar ese puto milímetro hasta hacernos chocar y romper.
Y observarla estallar. Observarla sobre mí o bajo mi peso, aspirando a la vida de otro modo. Y lo de cambiar por fin "follar" por "hacerlo". Entenderlo todo de nuevo, dejándola ser ella misma.
Escuché por fin el sonido de lo extático salir de su boca en un gemido, y jodí su soledad con un beso, o con varios. Y por primera vez en mi vida no me levanté de la cama con la intención de salir por su puerta y no volverla a ver. Si no que me quedé allí tumbada, observando cómo el humo que salía de mi boca se adhería a sus pestañas. La miré tumbada junto a mí en esa cama deshecha, llena de algo que no podría explicar con palabras. Y ese abismo que tanto amenazaba hacía meses ya no ocupaba cada rincón vacío de mi pecho mientras ella se amoldaba a mi cuerpo hasta la asfixia.
Pero nunca se sabe. Tal vez algún día pueda decirle cada una de las cosas que aunque me encantaría decir, ahora no puedo. Y podré apropiarme cada uno de sus gestos, su forma de enfrentarse al mundo y su perfecta manía de ser borde con los gilipollas. Darle algo más que lo que siempre ha tenido.

"Y soñaba calentar lo de abajo del ombligo... Yo soñaba, que quería soñar contigo."
 Marea-Tú y yo

lunes, 8 de octubre de 2012

My worried mind.

Me vi sentada allí, en el alfeizar de la ventana de su habitación esperando a que saliera de la ducha. Sonaba Iggy Pop con fuerza, pero yo no podía oír nada que fuera más allá del sonido del agua que imaginaba cayendo sobre su rostro y acariciando cada parte de su cuerpo. Tenía puesta esa sudadera gris que tanto olía a ella, y mientras miraba a la gente pasar bajo el edificio, la echaba de menos.
La vi salir por fin del baño, abrazada a una toalla verde, sonriente. La observé mientras se deshacía de la toalla, recordé como otras veces eran mis manos las que dejaban su cuerpo al descubierto. La observé hasta que conseguí hacerla reír. Entonces se acercó a mi a tientas, en medio de aquella humareda, perdida en una oscuridad casi parcial que apenas me permitía advertir el contorno de su cuerpo desnudo. Con una media sonrisa rompió su boca en la mía y algo dentro de mí se rompió también. Sonrió y comenzó a vestirse divertida. La observé con la vista empañada cubrir su cuerpo con una de mis camisetas.
Me levanté del alfeizar y me dirigí hacia ella con paso indeciso, adivinando el tatuaje del final de su espalda y recorriendo su columna con mis párpados. La abracé por la espalda y permanecí inmóvil varios minutos. Su cuerpo en el mío y viceversa. Hasta que por fin se giró y se clavó en mis ojos, dejando sus labios entreabiertos muy cerca de los míos. Siempre jugábamos a mantenernos la mirada, como cíclopes, nos alejábamos y acercábamos hasta el punto de no alcanzar a vernos con claridad. Quién ganaba comenzaba la batalla. Mordió mi labio inferior con fuerza y noté sus dientes chocando suavemente con los míos, nuestras bocas encajando en una perfecta armonía y mi lengua robando espacio en la suya.
Su peso sobre mí y la piel erizada de mi cuello al contacto con sus labios entreabiertos. Recorrí con cuidado el contorno de su cuerpo, me aferré a su espalda y bese su pecho. Perdidas en una complicidad infinita y extática.
Cuando desperté la vi a mi lado, enredada con suavidad bajo las sábanas. Me incorporé en el más absoluto silencio y encendí un cigarro en la ventana. Durante toda la noche no dejé de mirarla, intentando adivinar la expresión agridulce de su rostro empapado por el sueño. Supe entonces que no sería yo la que podría olvidarla.
De nuevo a su lado la abracé con tal fuerza que creí que nunca jamás volvería a soltarla.
Ahora, como la inmensa mayoría de las cosas, todo aquello no supone nada. En ese inmenso maremagnum de recuerdos que supone la memoria ya no hay sitio para nada. Hay un vacío demasiado grande que se ocupa de llenarlo todo.

"Let me tell... I really did the best I could"
Led Zeppelin-Since I´ve been lovin´ you.


domingo, 1 de julio de 2012

Sácame de aquí.

Con los ojos deshechos en lágrimas se miró a si misma unos segundos. Permanecía de pie frente al espejo con la cara retorcida en un gesto de dolor. Se sentó en el borde de la cama y dejó caer su rostro entre sus manos. Su cuerpo entero estaba temblando y un grito luchaba desesperado por salir y liberar la presión infinita de su pecho. Encendió con las manos temblorosas un cigarrillo y se tumbó en la cama, miró a su alrededor, las paredes de su habitación la rodeaban y encerraban hasta la asfixia. 
Se vio tumbada una vez más a su lado, vio sus ojos desgastados e hinchados por la espera. Recordó con cuidado aquellas noches en las que todo parecía más fácil a su lado... Se incorporó bruscamente y apagó el cigarrillo con desgana. Frente a ella, en la pared repleta de fotos, pósters, dibujos y recuerdos absurdos, se alzaba implacable el rostro que no quería olvidar. 
Salió a la calle y recorrió una vez más el viejo camino que tantas veces antes había realizado. Lo recorrió como si realmente ella la estuviera esperando sentada en el mismo sucio escalón en el que siempre la había encontrado. Las calles estaban frías y vacías. Entonces llegó. Se sentó a esperarla extrañada de que aún no hubiera llegado, dejándose llevar por las diversas melodías que salían de sus cascos. Cuando por fin se levantó, se movió desesperada de un lugar a otro, perdiendo su mirada entre las luces anaranjadas de las farolas al entrar la noche. Encendió una vez más un cigarro con la intención inocente de calmarse y avanzó.
Desde allí arriba, sentada de madrugada en aquel mirador que parecía extenderse sin límite, recordó una y otra vez sus cuerpos entrelazados, sus besos, sus palabras y sus sonrisas unidas en eterna complicidad. Y de pronto algo en ella se rompió muy dentro, algo la azotó y agitó tan fuerte que quiso saltar desde allí mismo y no alcanzar nunca el suelo. 
De vuelta a casa contó todos y cada uno de los escalones que la llevarían a casa, y en cada uno de ellos se dio cuenta de que a cada paso la echaba más en falta. Así, con la sonrisa agridulce del que espera el regreso de alguien, se dejó arrastrar por las calles congeladas. 
Su casa estaba vacía y únicamente se respiraba un silencio sepulcral. Poco a poco, a medida que el techo y las paredes se encogían sobre ella, hizo del silencio su sonido predilecto. Al menos hasta que ella regresara.

"Sácame de aquí, no me dejes solo... O todo el mundo está loco o Dios es sordo..."
Enrique Bunbury-Sácame de aquí.