Nunca me había planteado antes el hecho de poder llegar a preocuparme por ella, de caminar a su lado, o de contar cada una de las piedras que hay desde la Alameda a la Catedral, con la esperanza de alargar y estar a su lado un par de minutos más.
Tampoco había pensado antes en escribir algo así, tal vez, porque sé que no se dará por aludida. Porque no le he demostrado nunca algo con palabras, ni con hechos. Supongo que me he limitado todo este tiempo a hacerle un hueco a mi lado, siempre y cuando ninguna otra persona quisiera ocupar ese espacio.
Incluso cuando le cogía la mano en la cama, o cuando la aferraba a mí con todas mis fuerzas una y otra vez, sentía una indiferencia inmensa, y de vez en cuando reconozco que me asustaba. A pesar de todo sigue esperando apoyada en aquella esquina, aún me parece que puedo verla si cierro muy fuerte los ojos y trato de mirar hacia atrás. Y la veo allí medio acostada en la pared, sonriéndome ya desde lejos, con el cigarro en una mano y el otro puño cerrado. La mayoría de las veces prefería pensar que ella no estaba nerviosa, y que nunca la había dejado en la mitad del camino. O que nunca le había mentido, o engañado, o dejado de querer, o de besar. Pero se apoyaba en mi hombro y rompía su postura anterior, creo que desde lejos parecíamos la imagen de una postal triste, como de invierno. Siempre quise poder dibujar su mirada, no sé, centrarme en ella unos segundos y saber plasmar en un papel algo coherente, el dolor de su mirada, o cualquier rasgo que me hiciese ver que en realidad sí que la quería. O que me hiciese sentir la necesidad de abrazarla y de quedarnos así durante mucho tiempo.
Siempre he querido mirarla despacio y decirle sin miedo que lo sé. Que sé lo que hay, que sé que aquel no era el momento, ni el lugar. Pedirle perdón por haber sido esa primera vez, y por hacerle sentir que sería también la última. O por haberla desilusionado precisamente a ella, que parece que lleva la ilusión siempre a flor de piel, y que parece siempre tan feliz y tan poco vulnerable. O poder abrazarla por la espalda, como siempre, y con valor decirle que me alejé sólo porque me podía el miedo de engancharme a ella y a todas sus estúpidas manías y virtudes. Que me fui porque nunca me ha gustado la dependencia, porque me daba miedo escucharle decir todas aquellas cosas... Para no hacerla sentir tan vulnerable y no volver a escucharle decir que por mi culpa ya lo era, para no oír que me quería más a mí que a ella, y que no se iría nunca.
Cuando se cortó el pelo mechón a mechón delante de mí, sin necesidad de utilizar un espejo, cuando me dijo que podía verse justo en el centro de mis ojos, que no importaba que fuera de noche y ya no hubiera luz. Y la vi al amanecer con el pelo corto, con esa especie de flequillo cubriéndole la nariz, y vibrando despacio cada vez que respiraba; tenía el pelo perfecto al despertarse, y la observaba sonreír implacable al mirarse en el espejo y verse aún más guapa que la noche anterior.
-" Creo que sólo tienes que mirarme."

"There was a time you let me know
What's really going on below
But now you never show it to me, do you?
And remember when I moved in with you
The holy dove was moving too
And every breath we drew was Hallelujah"
What's really going on below
But now you never show it to me, do you?
And remember when I moved in with you
The holy dove was moving too
And every breath we drew was Hallelujah"
Hallelujah-Jeff Buckley (Leonard Cohen)
Es precioso. Muy adorable. :)
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