Únicamente con ella sentí mi cabeza caer y descansar al borde de un abismo interminable. Con el miedo y el valor necesarios para levantarme cada mañana y omitir mi mera imagen en el reflejo del cristal empañado del baño. Viviendo como si no pasara absolutamente nada. Como si nada en mi se hubiera roto y no hubiera daños sin reparar por todas partes.
Creciendo de espaldas a la insultante realidad que aplastaba
mi espíritu, recuerdo haberme perdido más de una vez en la tristeza de su
mirada al hablarme sin voz ni palabras. Ausente del mundo urbano y del sonido
de oficina que todos hacían al caminar con prisa por algo. Con los ojos
cerrados y el pecho abierto y roto en pedazos, expuesta hasta las trancas al
dolor que quisiera causarme.
Completamente perdida en el invierno eterno de la vida,
mirando por encima del hombro a la frialdad de la gente. Miradas descolocadas y
manos entrelazadas. Arte por amor a la nada, al vacío existencial y a la
angustia vital de desconocer todo y no poder comprender nada.
"Y tú, con tu voz. Esa voz y tu pálida piel."
Nacho Vegas - Me he perdido
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