miércoles, 6 de noviembre de 2013

Entonaste dulces gritos.



Únicamente con ella sentí mi cabeza caer y descansar al borde de un abismo interminable. Con el miedo y el valor necesarios para levantarme cada mañana y omitir mi mera imagen en el reflejo del cristal empañado del baño. Viviendo como si no pasara absolutamente nada. Como si nada en mi se hubiera roto y no hubiera daños sin reparar por todas partes.

Creciendo de espaldas a la insultante realidad que aplastaba mi espíritu, recuerdo haberme perdido más de una vez en la tristeza de su mirada al hablarme sin voz ni palabras. Ausente del mundo urbano y del sonido de oficina que todos hacían al caminar con prisa por algo. Con los ojos cerrados y el pecho abierto y roto en pedazos, expuesta hasta las trancas al dolor que quisiera causarme.


Completamente perdida en el invierno eterno de la vida, mirando por encima del hombro a la frialdad de la gente. Miradas descolocadas y manos entrelazadas. Arte por amor a la nada, al vacío existencial y a la angustia vital de desconocer todo y no poder comprender nada.




"Y tú, con tu voz. Esa voz y tu pálida piel." 
Nacho Vegas - Me he perdido

No hay comentarios:

Publicar un comentario