martes, 8 de noviembre de 2011

Since you've gone.

En el centro de la plaza había una especie de mago. Sostenía un pañuelo y una moneda sobre la palma de su mano derecha. No dejaba de gritar que le prestáramos atención, pero yo no quería. Estaba harta de ver cómo todo a mi alrededor desaparecía.
Ahora recuerdo aquellos años. Cuando eres tan pequeña todo parece más grande. Aún así, yo nunca he sabido que cuando alguien se va muy lejos es mejor dejarlo atrás. Nunca había pensado que la recordaría de ésta forma, ni que al pensar en ella me vendrían a la memoria los momentos más remotos de mi infancia. Nunca me había sentido tan vacía, pero tampoco con tantas ganas de avanzar.
Recuerdo que las noches más oscuras nos cerraban los ojos, recuerdo el frío y la niebla, su sonrisa dándome seguridad a cada paso, aunque fuese tan sólo un par de días al año. Recuerdo sus manos, y las arrugas que cubrían parcialmente sus brazos. Cada una de las historias que nos contaba alrededor del sillón en Navidades, y cada abrazo antes de regresar a Santiago otra vez.
La recuerdo caminando feliz por la playa, y metiendo despacio sus pies en el agua, tiritando de frío... Y no puedo evitar preguntarme dónde coño estaba yo cuando ella me necesitaba.
No sé si es algo que nos pasa con el tiempo, no sé si son los amigos (o los que aparentan serlo) los que a medida que crecemos nos roban todo el tiempo del que disponemos, o si es una especie de excusa para no tener que pensar en ello. Pero el caso es que sé, que no lo hice nada bien.
Supongo que ahora me arrepiento, me arrepiento de no haberla conocido del todo, y de no haber mantenido todas esas conversaciones que sé que a ella le hubiera gustado tener. De no haberla escuchado cantar todas esas canciones, y de no haber compartido con ella cada momento de debilidad, ilusión, o cada logro.
Así que de nuevo vienen a mi cabeza los últimos meses. La cama, con esas sábanas blancas, que hacen que se te parta todo argumento de base razonable. Y las paredes, frías y verdes, aunque los últimos días eran de un color naranja gastado, que me rompía por dentro. Justo como sus ojos al tratar de mirar nuestros rostros con una mínima claridad aquel último día.
Y todos bromeábamos. Pero no se me olvidará nunca la silueta que dibujaba sobre la cama de aquel hospital, ni su piel envenenada por el tiempo. Y aunque lleve al cuello su reloj, no hay manera de dar cuerda y recuperar ese tiempo.
Lo siento.


"Yesterday, you were leavin'. Leavin' life and all your pain.
Everything, wants you back again."
We'll burn the sky-Scorpions.

1 comentario:

  1. Eso tenlo claro, que esas personas tan importantes en nuestras vidas, por mucho tiempo que pase, jamás se olvidan.
    Te quiero bicho :)

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