Lo cierto es que en la penumbra de los recuerdos jamás he
visto aparecer el cartel de salida de emergencia. Ninguna vía de escape.
Cuando todo está en silencio y voces al azar me taladran los
oídos. Voces estrepitosas y llenas de un vacío casi parcial. De ausencia de mí
en mi propia cabeza. Sintiendo que soy una mera espectadora de mi propia vida,
expuesta a ver desde fuera la interminable cadena de acontecimientos
adormecidos.
Llenando el espacio y el tiempo con cualquier actividad que
al cabo del tiempo constituirá tan sólo otro vacío. Esperando que pase algo que
me haga recordar que mi vida está esperando justo dónde la dejé, con la
esperanza de recordar en qué momento decidí dejarla a un lado.